Marcel Marx era dueño de una de las mejores empresas textiles
de New York. No tenia parientes ni esposa. Sus únicos amigos eran los otros
empresarios, quienes veía en las fiestas de la alta sociedad. Una noche, en una
de esas tantas fiestas, Marcel se reunió con sus enemigos, es decir, los dueños
de industrias de su mismo rubro. Todos tenían muy en claro que eran
competidores pero durante las fiestas fingían olvidarlo y trataban a toda costa
de conseguir información sobre los futuros proyectos de los demás. En un
momento, surgió el tema sobre unos rumores que habían escuchado. Al
parecer, pequeñas industrias a lo largo
del país habían estado teniendo problemas debido a una supuesta sobreproducción.
Si eso era verdad o no, nadie allí presente lo sabia. Todo se basaba en rumores
y hasta ahora ningún diario lo había confirmado. A el le iba bastante bien en
su empresa y era una de las mejores, nunca tuvo problemas. De todas maneras,
Marcel decidió averiguar toda la información sobre dichos problemas lo antes
posible. La fiesta se le paso lenta y aburrida. Decidió irse antes y se dirigió
directo a su casa.
A la mañana siguiente, se levantó, se puso el traje y salió
de su apartamento con destino a la fábrica. Una vez allí, ya en su oficina, comenzó
a leer el periódico. No podía creer lo que había leído. Los rumores sobre la
sobreproducción eran ciertos. Diversas empresas estaban estancadas debido a la
poca demanda de sus productos. Debía hacer algo al respecto, debía estar
preparado para enfrentar los problemas. Ese día Marcel despidió a 10 obreros e
hizo ajustes en los turnos de trabajo de los demás.
Todo fue bien, pero no por mucho. Cada vez había mas oferta y
menos demanda. Una tarde, Marcel salio de la fabrica y se dirigió al bar mas
cercano. Allí se encontró con Leeroy, dueño de una empresa ferroviaria. Leeroy
se veía muy cansado y no era por un problema menor. La sobreproducción le
estaba afectando y mucho. Pero después de unos cuantos tragos, cada uno se
olvido de sus problemas.
Meses después, al caer las ganancias empresariales por la
menor demanda de bienes industriales, Marcel, entre otros empresarios, decidió
orientarse a la especulación en las Bolsas de Valores, que les permitía obtener
ganancias con la compra y venta de acciones. Logro, así, sacar a adelante la
compañía.
Pero esto no duro mucho. Un día de octubre de 1929, Marcel comenzó
su día como cualquier otro: estaba listo para vender y comprar acciones y
hacerse mas rico sin esfuerzo alguno. Al llegar a la Bolsa de Valores de New
York, noto que algo había pasado. Montones de personas se amontonaban afuera. Se
acercó a la primera persona que se le cruzó y le preguntó:
-¿Pero que esta
pasando acá?
-¿Es que no lo sabe?
–le preguntó el hombre. –la Bolsa de Valores cayó.
Marcel se quedó
helado, no podía creerlo. Era una locura. En ese momento vió salir a Leeroy del
edificio, corrió hacia el y lo atacó con preguntas.
-¿Qué esta pasando?
¿Es cierto que la Bolsa de Valores cayó? ¿Pero como sucedió? –preguntó Marcel
sin dar tiempo a que Leeroy le responda.
-Para! –le gritó.
–déjame contarte. Si, es cierto, la Bolsa de Valores cayó. Cayó debido a la
venta masiva de acciones y la escasa demanda de estas. No hay nada que se pueda
hacer, ya muchas empresas se quebraron, incluida la mía. Mi única esperanza es
la plata que tengo depositada en el banco, debo ir allí de inmediato.
A continuación, Leeroy salio corriendo, perdiéndose entre la
multitud. Marcel no dudo un segundo más y se dirigió lo más rápido que pudo
hacia el banco. Para su suerte, logró sacar todo lo que tenia depositado. Ellos
no fueron los únicos en sacar sus depósitos, todos lo hicieron. Esto provoco
quiebras bancarias y, por largo tiempo, tumultos callejeros.
Muchas empresas lograron sobrevivir y salir adelante, pero ese
no fue el caso de Marcel. Había quebrado, y junto él, su empresa.
Maylén Nuñez